Los últimos movimientos sociales que se han producido alrededor de todo el mundo, desde la Primavera Árabe, pasando por el 15M o lasrevueltas en Reino Unidohasta Occupy Wall Street, han tenido efectos también sobre el marketing y las marcas, cuestionando su ética y empujándolas al centro del debate.
Y es que, sin duda el marketing, como disciplina, tiene influencia sobre la sociedad, y en demasiadas ocasiones de una forma subconsciente, por lo que el consumidor medio ignora el poder que ejercen el marketing y la publicidad sobre sus decisiones diarias.
No hay que olvidar que hoy en día, hay más ejemplos que nunca de marcas que están haciendo cosas buenas, de la misma forma que sobran los ejemplos de marcas que lo están haciendo mal. Y, aunque es cierto que una buena acción de marketing crea demanda en el consumidor, culpar únicamente al marketing del crecimiento del materialismo y el consumismo no parece tener mucho sentido.
Cuando se le pregunta a un niño pequeño qué quiere ser de mayor, dirá profesiones como futbolista o estrella de la tele, modelos creíbles a esa edad por una impresión creada por los medios. También la tecnología puede culparse como responsable de la ruptura en los núcleos familiares al perjudicar la comunicación física y verbal gracias a la aparición de las redes sociales o los mensajes de texto. Todos estos, canales de los que se sirve el marketing para hacer su trabajo.
El objetivo del marketing para las marcas es crear aspiración utilizando la tecnología que mejor garantice que se va a llegar a su audiencia, y la realidad es que en un momento de recesión económica, también es necesario que las marcas generen una demanda en los consumidores. Una necesidad que no implica actuar de forma imprudente, sino realizar acciones de marketing responsables que tengan un impacto positivo en la sociedad.
El marketing moderno tiene que comprender a su audiencia y estar tan interesado por lo que le preocupa a los consumidores como ellos mismos.Actuar como un buen ciudadano y servir de ejemplo, además de ofrecer algo a cambio. Esta última idea puede estar basada en proyectos de responsabilidad social corporativa, como movimientos medioambientales o cualquier otro proyecto en los que la marca contribuya con algo positivo en la sociedad y ofrezca un diálogo bidireccional con sus consumidores